10 Dec 2024

Guía práctica para entender los aranceles comerciales

Trump y Biden han emprendido subidas arancelarias en apoyo a las industrias estadounidenses y como armas para rivalizar con China. Pero ¿qué son estas tarifas?

Diego Herranz - Colaborador de Asesores de Pymes externo a Cesce

 

Los aranceles son una forma de impuesto aplicado a las importaciones de otros países que los economistas consideran que ocasionan costes adicionales sobre el precio final de los productos que se ponen a la venta y que, en consecuencia, lo acaban pagando los consumidores. Andrew Chatzky, analista del Council on Foreign Relations (CFR) explica las características de este tipo de tarifas que las autoridades políticas suelen emplear para proteger sectores como el agrícola o el de energías renovables y castigar prácticas comercialmente ilícitas de otros estados.

Buena parte de estas y otras acepciones que se podrían incluir a la hora de definir el término arancel han salido a la luz en las dos últimas administraciones americanas. El primer mandato de Donald Trump actuó de forma especialmente agresiva contra China con estas herramientas proteccionistas y su sucesor, el demócrata Joe Biden, no solo no las cambió, sino que aumentó las tarifas, vetos e imposición contra el gigante asiático.

Pero ¿qué son las tarifas a la importación?, ¿son efectivas? Y, sobre todo, ¿atentan contra el libre mercado? Los siguientes epígrafes ofrecen algunas respuestas a estos interrogantes:

Antecedentes arancelarios. Ciertos países utilizaron los aranceles como medida recaudatoria a las importaciones, para proteger sus industrias y para inducir a sus ciudadanos a consumir bienes domésticos. Fue una constante hasta el término de la Segunda Guerra Mundial. Desde entonces, y por iniciativa de las potencias industrializadas, que veían en ellos rémoras al libre comercio e impulsos desbocados sobre los precios, empezaron a suprimirse.

Trump rompió esta ortodoxia en 2018 al imponer tarifas sobre China por valor de varios cientos de millones de dólares, con objeto de corregir su enorme déficit comercial.

Las tarifas son un impuesto que grava los bienes procedentes del exterior, pagado por la firma importadora a los gobiernos. La más común de ellas se conoce como ad valorem, que surge de establecer un gravamen sobre un porcentaje fijo del valor de la adquisición extranjera. También existen tarifas específicas a las que se carga una cantidad fija sobre cada producto importado -por ejemplo, 2 dólares por camisa- y por cuotas de tasa, que aumenta significativamente tras un cierto volumen de importación alcanzado; un botón de muestra: cada 500 toneladas de azúcar. 

Objetivos. Pueden ser varios, pero acaban en las arcas de Hacienda. Algunos países las ponen en liza para ayudar a reflotar industrias, con la esperanza de espantar a competidores foráneos. Aunque en otras ocasiones se imponen para combatir prácticas dañinas de otras naciones que buscan abaratar artificialmente sus exportaciones. Dumping comercial.

¿Quién las usa? Casi todos los mercados. En general, los ricos mantienen tarifas más bajas por varias razones. Una de ellas es la mayor vulnerabilidad de las industrias de los países en vías de desarrollo o su menor capacidad de ingresos. Aunque EEUU mantuvo aranceles altos durante décadas, hasta que en los años treinta del siglo pasado aprobó el impuesto sobre la renta para suplantar las tarifas comerciales, que fueron descendiendo a medida que la mayor economía del mundo adquiría estatus global y favorable al libre tránsito de mercancías, servicios y capitales.

¿Quién las autoriza en EEUU? La Constitución otorga al Congreso el poder de regular el comercio con otras naciones y entre sus estados. El legislativo promulgó la 1930 Smoot-Hawley Tariff Act, que elevó aranceles a casi 900 productos específicos, lo que, según los economistas, empeoró la Gran Depresión. En los siguientes 90 años, ha delegado en varios momentos su autoridad al Ejecutivo. La Reciprocal Trade Agreements Act (1934) dio a Franklin D. Roosevelt la potestad de negociar recortes tarifarios en acuerdos comerciales bilaterales, la Trade Expansion Act (1962) concedió a la Casa Blanca la posibilidad de reducir aranceles de más del 80%, la Trade Act (1974) cerrar acuerdos comerciales, iniciándose una larga andadura de dos décadas en el que el fast-track -poder para rubricar tratados- pasaba del Congreso al Despacho Oval, con presidentes de uno y otro signo político, que culminó con el nacimiento de la OMC.

Justificaciones de uso. Por prácticas comerciales desleales. A partir de decisiones conflictivas y medidas concretas que ponen en marcha empresas exteriores o países, como por los llamados derechos compensatorios -por subsidios sobre industrias domésticas que permiten vender a un precio inferior al del mercado- o como medida antidumping, cuando una empresa, responsable político o autoridad judicial prueba que una empresa vende sus productos en otros mercados a unos costes inferiores a los que establece en su economía local. En ambos casos, se autoriza a fijar sanciones. Aunque cierta doctrina económica piensa que sigue siendo proteccionismo.

Por seguridad nacional. Por la Trade Expansion Act de 1962 en el caso de EEUU, se permite a la Casa Blanca subir aranceles. Aunque a veces se use como pretexto para resguardar industrias y sectores propios.

Por competitividad. Como las que aplicó el primer secretario del Tesoro, Alxander Hamilton, en los albores de la industrialización, de forma temporal, para el florecimiento de “segmentos” de producción y economías de escala “en estado embrionario”.

¿Quién los paga? Importadores en primera instancia y consumidores en última. También dañan la actividad exportadora porque se ven en la obligación de reducir sus precios para conservar su cuota de mercado en el exterior. Algunos estudios muestran que las subidas tarifarias de EEUU a China han deteriorado su economía por la mayor dificultad de sus exportadores en colocar sus productos.

¿Qué impacto producen en los países? La doctrina mayoritaria dice que dañan a más sectores de los que ayuda, porque el pago excesivo por parte de los consumidores empobrece sus ventas. Un estudio de Harvard y la Universidad de California de 2020 aseguró que las alzas arancelarias sobre el acero y el aluminio de Trump en 2018 destrozó 75.000 puestos de trabajo de empresas manufactureras de uso siderúrgico que los apenas 1.000 puestos de trabajo que creó en todo el país.  

¿Qué pueden hacer los países para mitigar sus efectos? La vía más habitual es subsidiar firmas y sectores, pero es una estrategia contraproducente y demasiado cara que podría hacer todavía más pobres al país y a sus ciudadanos, además de hacer perder valor y capacidad de compra por su una más que probable recaída de sus divisas.

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