24 nov 2024

Escalada en Ucrania

Tan solo un día después de recibir la autorización de Washington, el 18 de noviembre, Kiev lanzaba por primera vez misiles ATACMS estadounidenses contra un arsenal en la ciudad rusa de Briansk, a 130 km de la frontera.

El ataque sorprendió ya que la prensa estadounidense había avanzado que los misiles de largo alcance occidentales únicamente se emplearían en la región rusa de Kursk como respuesta al uso de soldados norcoreanos. Pocas horas después, las fuerzas armadas ucranianas emplearon un misil británico Storm Shadow contra una base en Kursk. Rusia, que modificó la pasada semana su doctrina para ampliar el número de Estados y el tipo de amenazas por las que considera adecuada una respuesta nuclear, no tardó en reaccionar. En la madrugada del 21 de noviembre, el Kremlin lanzó un misil balístico intercontinental, “Oréshnik”, sin carga nuclear contra infraestructuras en la ciudad de Dnipro. Se trata de la primera vez que Rusia lanza un misil de este tipo contra territorio ucraniano y marca un hecho sin precedentes en los más de 1.000 días que dura el conflicto. El giro que dio Washington la pasada semana autorizando a Ucrania a usar los ATACMS en Rusia ha disparado de nuevo las tensiones y provocado una rápida escalada en la guerra. Biden, que también ha autorizado el suministro de minas antipersonas a Kiev, pretende que Ucrania mejore su posición negociadora antes de la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, quien es contrario a mantener el apoyo a la exrepública soviética. Según ha trascendido, el presidente ruso, Vladimir Putin, podría estar en disposición a negociar un alto el fuego con Trump. Sin embargo, Moscú quiere que Ucrania abandone sus aspiraciones de unirse a la OTAN, acepte el control ruso de un 18% de su territorio y garantice su neutralidad, así como limitaciones a su capacidad militar.

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